Aire embadurnado de recuerdos, puro dióxido de carbono.
Imposible no ahogarse, inevitable no explotar.
Claro, es momentáneamente nutritivo alimentarse de momentos del pasado: puros tentempiés.
Después, el no poder exhalar...hincha y desnutre.
Te quedás, te quedás ahí con lo que pasó, bien adentro de los pulmones del presente.
Sólo una tormenta de futuro puede empujar y pujar para liberar la masa tóxica.
Pensar, sentir, digerir, vivir para adelante. Lento se purifica el todo o la nada que somos.
Ese par de ojos que tenemos en la nuca... hiberna durante largos períodos...
Pero cuando empieza a abrirse y a quitarse las lagañas, es más fuerte que el sol del medidodía de un 3 de enero.
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