Sólo un punto (el punto final)
No existe una hora, ni media, ni un cuarto, en que pueda evitar pensar acerca de aquello que intento descubrir, que me aqueja y derrumba, que me suelta ciega en el fondo del mar, que me hace subir cual burbuja asustada; aquello sin lo cual no dormiría con un ojo abierto, pensando palabras para cazar tiempo, a dos manos y dos pies, tirando de la soga de algún sentimiento tan pasado que no recuerdo; y sin hallar ese momento para evadir esto que cuento, sigo andando por calles de viento, perdiendo el equilibrio, soltando el trapecio.
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