jueves, 25 de septiembre de 2008

Después de tanto tiempo, el tiempo está igual.

Aire embadurnado de recuerdos, puro dióxido de carbono.
Imposible no ahogarse, inevitable no explotar.
Claro, es momentáneamente nutritivo alimentarse de momentos del pasado: puros tentempiés.
Después, el no poder exhalar...hincha y desnutre.
Te quedás, te quedás ahí con lo que pasó, bien adentro de los pulmones del presente.
Sólo una tormenta de futuro puede empujar y pujar para liberar la masa tóxica.
Pensar, sentir, digerir, vivir para adelante. Lento se purifica el todo o la nada que somos.
Ese par de ojos que tenemos en la nuca... hiberna durante largos períodos...
Pero cuando empieza a abrirse y a quitarse las lagañas, es más fuerte que el sol del medidodía de un 3 de enero.

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