lunes, 24 de noviembre de 2008

Cuento nº1

No voy a empezar a escribir con había una vez.
Simplemente porque no sucedió una vez, sino muchas y repetidas veces, en sus sueños desesperados.
Los sueños de una muchacha entristecida por los arañazos del pasado.
Era otoño y se perdía en ese laberinto traicionero adherido en lo más profundo de su mente; sentada contra un árbol de la plaza más impredecible. Miraba el suelo y arrancaba pasto, cortando cada hojita en dos y después en dos y después en dos.
Sentía la necesidad de agarrar algo, aunque fueran sus propias rodillas; tenía los brazos muy livianos, tantas lágrimas habían corrido por las líneas de la palma de sus vacías manos, tantas noches había pasado refregándose los ojos con las yemas de sus dedos.
Un cálido día, que en realidad fueron muchos, alguien acarició su cabello y la remontó a paraísos inexplicables. Él, suave y tibio, derramaba ternura. A pesar de las adversidades, parecía limpiar por completo sus heridas en cada respiro. Como intentando volver a empezar permanentemente. Algo los cruzó, quizás el destino, la plaza, el tiempo, el clima.
Sin muchas palabras ni grandes actos de expresividad, supieron complementarse.
No fueron felices para siempre; siempre hay desdichas por más mínimas que sean.
Y con respecto a las perdices...no, no comieron. A ella no le gustaban y él la respetaba tal cual era.



Valentina

2 comentarios:

Cienfuegos dijo...

que genial esooo... y que final, supiste despues de darme muchas imagenes, sacarme una gran sonrisa al final.. hermoso valee!
beso inmenso!

que bueno lo que conocemos no?

Grandes y Grandes dijo...

Me gusta lo que escribis...


saludos!